Yo soy la Resurrección y la vida
Fray Diego Rojas / 5 comentarios / Comentario al Evangelio
Conmemoración de todos los fieles difuntos: Yo soy la resurrección y la vida.
Juan 11, 17-27
Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Reflexión:
En este día en que recordamos a todos los fieles difuntos, la Palabra nos conduce al encuentro entre Jesús y Marta, la hermana de Lázaro. Marta sale al encuentro del Señor con una frase cargada de fe y de dolor: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.” También nosotros, ante la pérdida, solemos decirle a Dios: ¿Dónde estabas? Pero el Evangelio nos enseña que Jesús llega siempre a tiempo, no al tiempo del reloj humano, sino al tiempo del amor que madura en la espera.
Marta representa al creyente que no se encierra en su tristeza, sino que busca dialogar con Jesús. Su fe no es perfecta, pero es sincera, y esa sinceridad la abre a una revelación más profunda: “Yo soy la resurrección y la vida.” San Juan Crisóstomo decía que la fe se fortalece en la prueba, porque solo allí se purifica de todo interés y se apoya enteramente en Dios.
Jesús no ofrece a Marta una explicación sobre el porqué de la muerte, sino que se ofrece a sí mismo. No promete solo una resurrección futura, sino una vida presente que empieza ahora, en quien cree. Quien confía en Él vive ya de una vida que no puede morir. La fe, entonces, no es una evasión del dolor, sino una manera nueva de habitarlo: con esperanza. En medio del duelo, Jesús nos invita a creer que la muerte no tiene la última palabra, porque Él mismo es la Vida que transforma nuestras lágrimas en semilla de eternidad.
Al recordar hoy a nuestros difuntos, no los vemos como ausentes, sino como vivos en Dios. Ellos siguen formando parte de nuestra historia, envueltos en la luz del Resucitado. Cada Eucaristía es un encuentro donde el cielo y la tierra se tocan, donde los que lloramos y los que ya partieron nos unimos en el mismo Cristo. Con esta certeza nos podemos preguntar: ¿He aprendido a reconocer la presencia de Dios incluso en los silencios y retrasos de la vida? ¿Qué lugar ocupa la memoria de mis seres queridos en mi oración y en mi fe?
Oración
Señor Jesús, Resurrección y Vida, en este día en que recordamos a nuestros difuntos, fortalece nuestra fe cuando el corazón se entristece, consuela nuestras lágrimas con tu esperanza,
y haznos creer que el amor no muere, sino que se transforma en vida eterna junto a Ti.
Amén.


