Desde la cuna de Santo Domingo de Guzmán, los frailes dominicos de Caleruega compartimos en este espacio reflexiones, historias y pensamientos sobre diversos temas que nos interpelan y nos inspiran.
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Estad vigilantes

Fray Diego Rojas / 0 comentarios / Comentario al Evangelio
Domingo XIX TO 25

Domingo XIX del Tiempo Ordinario: Estad vigilantes

 

Evangelio según San Lucas Lucas 12, 32-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».

Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».

 

Reflexión: 

El Evangelio de hoy nos invita a estar vigilantes, como solian estar los siervos que esperaban el regreso de su señor en épocas pasadas: “con las lámparas encendidas”. Esta imagen no nos remite a un estado de angustia crónica por la proximidad de un ajuste de cuentas del que no saldremos bien librados, sino a una actitud de esperanza activa. No se trata de estar atentos al final catastrófico del mundo, sino de mantener una disposición constante de apertura al Señor, que puede hacerse presente en cualquier momento de nuestras vidas: en lo cotidiano, en el hermano necesitado, en la tarea de cada día.

Jesús nos habla de una vigilancia activa pero esperanzada, una disposición vital que no consiste en adivinar cuándo vendrá el Señor en su manifestación gloriosa y definitiva, sino en vivir cada día con la conciencia de que ya está presente entre nosotros, miembros de la Iglesia por el bautismo. El cristiano vigilante no es quien se encierra en su mundo de piedad para no contaminarse y estar “limpio” para cuando llegue el Señor. Sí es quien, además de cultivar su vida espiritual y atender su comunión con Dios, está también atento a la realidad, a los signos de los tiempos, al clamor de los pobres de todo tipo, a la voz de Dios que se manifiesta en lo concreto.

Esta bienaventuranza de los siervos fieles nos invita a vivir con coherencia y humildad. No se trata de hacer muchas cosas para “ganar el cielo” o “evitar el infierno”, sino de vivir nuestra vocación con autenticidad. Un padre o madre que educa en el amor y la coherencia, un joven que se esfuerza por vivir su fe con alegría, un trabajador que actúa con honestidad, una religiosa que ofrece su vida en silencio… todos ellos viven con la lámpara encendida.

Hoy, Jesús nos pregunta: ¿En qué estado se encuentra nuestra lámpara? ¿Estamos preparados, no solo para el final de los tiempos, sino también para reconocer al Señor que viene hoy, silenciosamente, en nuestras jornadas comunes? Esta es la vigilancia que agrada a Dios: una vida despierta, sencilla, disponible.

Pidamos al Señor la gracia de una fe vigilante, que no se duerma en la rutina ni se distraiga con superficialidades. Que Él nos encuentre, en el día a día, con el corazón encendido, fieles en lo poco, atentos a su paso, alegres en la espera. Porque quien vive vigilante, ya vive en comunión con el Reino.

 

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Fray Diego Rojas Fray Diego Rojas

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